sábado, febrero 19, 2005

... y llegó Diego

Y resulta que al final era cierto. Diego llegó el 31 por la mañana para tomar las uvas (o el champán, nunca se sabe, que los niños de ahora saben mucho). Pesó 2,750 y como se le ocurrió la feliz idea de nacer en fechas tan señaladas, en cuanto notaron que tenía un pequeño problema para respirar lo metieron corriendo en la incubadora. Obviamente no me quejo, pero aunque el problema lo superó en pocas horas, al ser fin de año, año nuevo, domingo y fiestas de guardar, nadie tomó la decisión de llevarlo a planta con su madre.

El personal sanitario en general a veces parece hecho de corcho. Supongo que tienen que insensibilizarse de alguna forma, pero no por eso deja de tocarme los cojones que hayan tenido a Puri dos días sin verlo, no le hicieran ni puñetero caso cuando dijo una y mil veces que le iba a dar el pecho y al final le provocaran una mastitis. Dolor y frustración porque sí, porque les dio la gana, porque no pensaron más que en que era fin de año y no tenían ganas de trabajar.

En fin, hay que mirarlo por el lado positivo: ahora le puedo dar yo el biberón, y resulta que es una de las cosas más emocionantes y divertidas que me han pasado. Hoy ha pasado un mes y 19 días y ya pesa más de 4 kilos, está sano y es todo lo feliz que puede ser un bebé, que debe ser mucho, ¿no?