domingo, diciembre 11, 2005

Kenia


Esta es Kenia, una golden preciosa que necesita continuamente sentirse querida y acariciada. A veces pienso que nos mudamos a una casa en gran parte por ella, para que no estuviera encerrada en el piso. Al día siguiente de llegar le trajimos a Uma, una pastor alemán que está como una cabra y que se ha convertido en su jefa.
A veces Kenia me mira fijamente desde el ventanal del salón y sé que en esos momentos echa de menos cuando vivíamos solos ella y yo, pero se le pasa la nostalgia en cuanto entra en casa y se acuesta en su sitio favorito, entre la mesa de centro y el sofá, con la cabeza al alcance de mis caricias.

sábado, octubre 15, 2005

La telaraña


Quien me conoce sabe que pocas cosas hay que me den más asco que una araña (¿asco o miedo? ¿y miedo por qué?). Sin embargo me fascinan las telarañas, su geometría inesperada en el bosque por las mañanas, recién hechas, con sus gotas de rocío esperando, terribles.

viernes, abril 08, 2005

Dormir



Dormir (bien) es una de las mejores cosas de la vida, a pesar de que nos obliga a no hacer nada durante un tercio de nuestras vidas. Me encanta el tacto de una cama limpia y bien hecha, saber que tengo ocho horas por delante para vivir vidas improbables y normalmente absurdas que recordaré durante unos segundos o durante toda la vida de este lado.

sábado, febrero 19, 2005

... y llegó Diego

Y resulta que al final era cierto. Diego llegó el 31 por la mañana para tomar las uvas (o el champán, nunca se sabe, que los niños de ahora saben mucho). Pesó 2,750 y como se le ocurrió la feliz idea de nacer en fechas tan señaladas, en cuanto notaron que tenía un pequeño problema para respirar lo metieron corriendo en la incubadora. Obviamente no me quejo, pero aunque el problema lo superó en pocas horas, al ser fin de año, año nuevo, domingo y fiestas de guardar, nadie tomó la decisión de llevarlo a planta con su madre.

El personal sanitario en general a veces parece hecho de corcho. Supongo que tienen que insensibilizarse de alguna forma, pero no por eso deja de tocarme los cojones que hayan tenido a Puri dos días sin verlo, no le hicieran ni puñetero caso cuando dijo una y mil veces que le iba a dar el pecho y al final le provocaran una mastitis. Dolor y frustración porque sí, porque les dio la gana, porque no pensaron más que en que era fin de año y no tenían ganas de trabajar.

En fin, hay que mirarlo por el lado positivo: ahora le puedo dar yo el biberón, y resulta que es una de las cosas más emocionantes y divertidas que me han pasado. Hoy ha pasado un mes y 19 días y ya pesa más de 4 kilos, está sano y es todo lo feliz que puede ser un bebé, que debe ser mucho, ¿no?