sábado, diciembre 16, 2006

La peque tiene prisa

Hoy la peque nos ha dado un buen susto. Parece que quiere salir, aunque al final no ha sido nada. Aún es muy pronto y la hemos convencido de que por aquí fuera no hay nada más que el ajetreo de las Navidades y que no le iba a sentar nada bien, con solo siete meses. Además, le hemos explicado lo mal que se portaron con su hermano cuando se le ocurrió nacer en fin de año (estaban demasiado irritadas las señoras enfermeras por tener que hacer guardia ese fin de semana como para preocuparse de llevárselo al pecho a su madre, por ejemplo). Y como aún está sin formar le he dicho que iba a salir fatal en la fotos, sin cejas y cosas así.
En fin, el caso es que al final parece que la hemos convencido de que tan feliz como es ahora no lo va a volver a ser nunca más en su vida, y que tiene que esperar una temporadita, a poder ser los casi dos meses que le faltan.
Lo que no me atreví a decirle es que, encima, sigue siendo "la peque" porque sus padres aún no le han puesto nombre.

miércoles, diciembre 06, 2006

calidad de vida


A veces me preguntan si no echo de menos el no tener un kiosko o un bar al lado de casa, si no es un engorro tener que disponer del coche a diario, que si no voy menos al cine, vamos, que si no he perdido calidad de vida con esto de vivir en el monte. Pues hace unos días salí de casa y volví 15 minutos después con esta cesta de lepiotas. ¿Tengo o no calidad de vida? (Bueno, todo es mejorable: podían ser níscalos, pero nadie es perfecto).
Estoy seguro de que cuando tenga que irme a que me cuiden mis miserias en una residencia agradeceré tener cerca un kiosko y un bar, pero hasta entonces estas son las pequeñas cosas que me hacen feliz. Posted by Picasa

lunes, diciembre 04, 2006

Los pies descalzos en la arena


Ya sé que es políticamente incorrecto decirlo pero... ¡estoy harto de tanta lluvia! El invierno aún no ha empezado y ya echo de menos el tacto frío y húmedo de la arena al atardecer en esta maravillosa playa de Lago, entre Muxía y Camariñas. O al menos era maravillosa cuando hice esta foto, quince días antes de que el terrorismo incendiario se cargara toda la Costa de la Muerte. No me he encontrado con fuerzas para enterarme de qué ha sido de los pinares que rodean toda esta playa. Prefiero quedarme con el recuerdo de la arena fría y crujiente en los pies, la paz de una playa vacía, sin basura ni chiringuitos playeros. Una playa como las de cuando era niño, una playa que creía que ya no existía. Deseo con todas mis fuerzas que siga existiendo, pero aún no me atrevo a comprobarlo.

Y se va a morir el desgraciado...

¿Será posible que se vaya a morir sin pagar? Ya sabemos todos que ese desecho humano que es Pinochet no iba a pisar la cárcel, pero sus víctimas, las familias de las víctimas de este sádico, se merecen el mínimo e ínfimo consuelo de verlo sentado en el banquillo y mostrarle su desprecio, su odio, su dolor. Se merecen la oportunidad de mirarle a los ojos y preguntarle por qué y en nombre de qué fanático mandato divino ordenó matar, violar, torturar y humillar a sus padres, madres y hermanos. Se merecen la oportunidad de decirle que, si existe Dios, merece arder en el peor de los infiernos, y con él la cúpula de mitrados que lo bendijeron a él y su cruzada, como antes bendijeron al miserable de los cuarenta años.

casi dos años


El problema no es que el tiempo pase rápido. Ni siquiera que pase cada vez más rápido. El auténtico problema es la rapidez y el descuido por el que pasamos nosotros por el tiempo. Hace ya dos años que abrí este blog y llevo muy pocas entradas, señal de mi vagancia y de las pocas cosas que tengo que decir.

Hace dos años me comía las uñas hasta los codos esperando la llegada de Diego. Ahora está a punto de llegar su hermana (¿Andrea, Mar, Paula,...? toca negociar duramente de nuevo) y los nervios no aparecen, es curioso. Y si embargo estoy seguro de que el cambio de vida ahora sí va a ser drástico.